lunes, 9 de agosto de 2010

The Verve

 

La de The Verve es la historia de uno de los grupos claves del pop británico, que de alguna manera sirvió de nexo entre los excelentes Stone Roses y el boom del britpop con Blur, Oasis o Supergrass, si bien tienen más de indie y dream pop, más cerca de la escena de Madchester que de los nuevos niños mimados de la prensa británica. Es la historia también de cómo una banda indie de tantas pasó de ser una desconocida, típico grupo de culto que seduce a críticos de gafas de pasta y a groupies con demasiado bello corporal, a arrasar en el bienio de 1997 a 1998 con la impagable Bitter Sweet Symphony para, tras una gira mundial de dimensiones faraónicas, desaparecer. El mejor grupo británico de los 90 tuvo una carrera tan meteórica como de abrupto final, quedando en lo más alto y sin arrastrarse como Oasis o Suede. Mientras sus cohetáneos suspiraban por recordar a los Kinks, y Noel Gallagher creía ser la reencarnación de los Beatles ("Lennon tenía razón: los Beatles eran más famosos que Jesús. Nosotros somos más grandes que Cristo, y pronto seremos más grandes que los Beatles"), The Verve se dio el lujo de volver a la psicodelia, a las canciones en las que uno directamente se pierde entre tantos frentes, caso de This Is Music, y a pistas a lo Stone Roses como Catching The Butterfly, en ensoñaciónes y montañas rusas. Richard Ashcroft había nacido para ser una estrella de rock, pero era un adolescente que vivía en un sitio tan deprimente como las afueras de Wigan, a su vez a las afueras del condado de Lancanshire, en los años de Margaret Tatcher, los altos hornos grises y de ventanas rotas y el desencanto. Junto a su amigo Simon Jones, que luego sería su bajista, se propuso salir de la aislada Wigan para llegar a Manchester, Londres y ya después lo que la suerte y el éxtasis les permitieran. De críos subían a las arquetípicas lomas de toda ciudad inglesa que se precie debe tener para desde ellas ver la triste estampa de viviendas clonadas que se extendían por tiralíneas interrumpidos por diágonales cortadas por algún mercado o plazoleta. Entonces Ashcroft se conjuró con Jones para montar un grupo. Convencieron a sus compañeros de clases Peter Salisbury y Nick McCabe, el grupo ya estaba hecho. Pasaban los días improvisando, sin realizar covers, sin versionar a otros, sin pensar en lo irónico que sería su destino. Sus influencias eran muy vastas, desde The Smiths o The Byrds a Joy Division; todo gracias a Nick, que se dedicaba a robar discos en las tiendas de Wigan para luego compartir su botín con sus compañeros. Conocieron a un DJ, llamado Wayne, que les coló en los minúsculos estudios Spash. No era más que un cuarto cuyas paredes estaban cubiertas con sábanas negras, para ocultar las manchas de humedad y a modo de aislante acústico. En 1992 firman por el pequeño sello Hut. En breve empiezan los problemas, tanto legales, al tener que añadir el The al Verve luego de la queja de una casa de jazz estadounidense, y por el abuso de drogas de Ashcroft. The Verve EP maravilló a los entendidos, destacando A Man Called Sun, con una atmósfera muy Buckley, muy atractiva, ingrávida, y Gravity Grave, que hizo saltar la banca entre una crítica británica adormilada tras la resaca de los 80. Al año siguiente por fin sacan un album de estudio, A Storm In Heaven, que deja sensaciones dispares. Un elegante diseño, de contraportada muy Led Zeppelin, guiño al IV, con un anciano dejando flores en una tumba y portada efectista, tomada bajo el chorro de luz que se cuela en una cueva de Staffordshire, y arreglos muy cuidados inician el esperado trabajo. Pese a los altibajos, joyas como Blue o Slide Away les presentaron al éxito. La escena indie tenía un nuevo referente al que unir sus viajes de drogas y fracasos. La gira americana casi termina en la morgue, con el ingreso de Ashcroft tras una sobredosis de éxtasis y el arresto de Salisbury tras montarla en un motel.


Pese a estos destellos, no dejaban de ser otro grupo especial que rodaba su videoclip en un burdel de Nuevo México. Pero ser especial denota grandeza, y esos juegos entre McCabe y Ashcroft, doblando guitarras y voces, cercándonos pero sin confundirnos, tarde o temprano tenían que bajar de sus nubes a la nueva ola del pop británico. A Northern Soul salió en el 95, mientras se bañaban en éxtasis y Wonderwall se instalaba en la cultura popular. Pese a sus dependencias, es otro trabajo notable, más similar a sus contemporáneos. Destacan This Is Music, continuista, pero más elaborada, parece que sus vecinos de Liverpool les están absorviendo; entran baladas como Sonnet y experimentos más duros como No Knock On My Door. Y, por primera vez, Mick Jagger se cruza en su camino, forzando Ashcroft su voz como en Emotional Rescue en su On Your Own, nuevo tema acústico. Vemos que amplian registros antes de entrar en la historia. Pese a que McCabe abandona temporalmente la banda, vuelve; mientras, Simon Tong, otro compañero de colegio de Wigan entra como segunda guitarra. En 1997 sacuden por completo las bases de la música indie, y se convierten en uno de los casos más excepcionales de éxito, llegando casi de la nada y creando un disco que todavía hoy resuena: Urban Hymns. El 16 de junio hipnotizaron al mundo con Bitter Sweet Symphony, una de las mejores composiciones de siempre y el mejor videoclip. Tan pocos eran los medios, que en un principio intentaron rodarlo con los paisanos de Hoxton, hasta que uno de ellos agredió a Ashcroft pensando que éste intentaba atacarle. Plasma en movimiento la esencia de la vida, la soledad, la individualidad, el ser único pero a la vez no ser nadie mientras intentas encontrarte, el estar aislado del resto, todo eso rozando la locura en el diálogo final. 




Tanta exhuberancia no es aislada. Catching The Butterfly vuelve a esas ensoñaciones dream pop deliciosas, Space and Time tiene en su ser otro hit popero, Lucky Man fue otro de los singles, para muchos su otra mejor canción, que ya firmarían los hermanos Gallagher con la boca, en Weeping Willow McCabe se luce y Ashcroft dialoga consigo mismo mezclando falsete mientras a la vez se distorsiona por el otro oído. Velvet Morning, más convencional, o The Drugs don't Work, sincerándose sobre sus fantasmas melosamente. Pero mientras por fin, tras tantos años, no sólo lograban colarse a lo grande en el mainstream, sino que entraban en el imaginario colectivo como pocos antes, un viejo productor de los 60 se disponía a cambiar la historia y de paso a revitalizar sus ahorros. The Verve era ante todo un grupo de estudiosos de la música desde que se juntaban de críos a escuchar lo que habían rapiñado en las pequeñas tiendas de Wigan. En algún momento, escucharon la versión instrumental de The Last Time de los Rolling de la Andrew Loog Oldham Orchestra. Pidieron permiso para introducir en su canción unas notas de ésta, sin que Decca Records pusiera ninguna traba. Pero Allen Klein, el antiguo mánager de los Rolling, allá por los 60, oyó aquello y les acuso de plagio. Decidieron ir a juicio, y finalmente llegaron a un acuerdo con Klein. Pero lo peor estaba por llegar. Mientras estaban en el Nº1, Oldham, el mánager primigenio de Jagger, pasó al ataque carcomido por la envidia y anisando recuperar la notoriedad perdida. Al tener él la propiedad de aquellas notas, The Verve perdió tanto los ingresos de la canción como su uso. El tema degeneró, y desde Nike hasta la RAI han revestido de oro los rubíes de Jagger y Richards, tanto, que hasta la MTV nominó a los Rolling y no a The Verve en su gala. Ashcroft cayó en la depresión absoluta, y el grupo lo dejó. La canción que les inmortalizó, y no la que inmortalizaron, pese a la ironía de Richards cuando dijo que "I'm out of wack here, this is serious lawyer shit. If The Verve can write a better song, they can keep the money" que luego fue devuelta por Richard con la demoledora “the best song Jagger and Richards have written in twenty years”, aquel robo fue demasiado para la banda. Ashcroft inició una carrera como solista, de relativo éxito, y ahora han anunciado nuevo disco, pese a las disputas con EMI. El éxito y el reconocimiento no dan la felicidad, y suelen volverse contra uno. Si bien la sombra de Jagger y su banda fue demasiado alargada y el caso demasiado exagerado, lo que perdura es la música, y The Verve siempre será uno de los mejores grupos de los 90, los revitalizadores de la escena indie y Ashcroft siempre segurá andando decidido y a ciegas por Hoxton Street, a las afueras de Londres. Por muy buenos abogados que haya, los derechos sobre el arte son de quien coge algo insignificante de otra parte y lo convierte en una obra maestra. Suerte para ellos en esta nueva etapa.
URBAN HYMNS



  1. "Bitter Sweet Symphony" – 5:58
  2. "Sonnet" – 4:21
  3. "The Rolling People" – 7:01
  4. "The Drugs Don't Work" – 5:05
  5. "Catching the butterfly" – 6:26
  6. "Neon Wilderness" – 2:37
  7. "Space and Time" – 5:36
  8. "Weeping Willow" – 4:49
  9. "Lucky Man" – 4:53
  10. "One Day" – 5:03
  11. "This Time" – 3:50
  12. "Velvet Morning" – 4:57
  13. "Come On" – 15:15 – (incluye Deep freeze, track oculto)
http://www.mediafire.com/?rr7n5q33u8yngrv

Urban Hymns es el tercer álbum de estudio de la banda inglesa The Verve. Fue lanzado al mercado en septiembre de 1997, y contiene 13 canciones. Llegó a ocupar la posición #1 en los charts de Inglaterra, siendo uno de los álbumes más vendidos del año, y recibiendo excelentes críticas por parte de la prensa especializada. La canción principal del mismo, Bitter Sweet Symphony, es reconocida mundialmente, y ha mantenido su notoriedad a lo largo del tiempo.

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